Hoy en día, hablar de cultura ambiental es transportarnos a situaciones del común, relacionadas con costumbres y rutinas del “cómo” debemos preservar los recursos cada vez más escasos, sin embargo, es necesario evaluar si estas acciones las aplicamos de manera didáctica y convincente, puesto que, profesamos acerca de los impactos ambientales y la forma “tenue” en la que se revelan, negándonos a entender que el detrimento en este campo ronda silenciosamente, sin que existan medidas de alto impacto para frenar el futuro “hollywoodense” expuesto como trama de una serie, que para la mayoría, se encuentra en un futuro muy lejano y  que “seguramente no nos tocará vivir”.

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Puede considerarse poco, pero el aporte frente al tema por mínimo que parezca influye, crear una conciencia ambiental que como efecto domino sea replicada en otros espacios, genera un estado inconsciente del “actuar bien”, así mismo, de manera indirecta apropia un cierto poder crítico frente a las situaciones de irrespeto ambiental, ya que, es hora de entender que las soluciones vienen en conjunto y que como ejemplo inició el equipo financiero PAE de C&M, las cuales se ven representadas casi gráficamente en la implementación de acuerdos tales como segregación en punto (Papel, plástico y residuos ordinarios) eliminando el uso de canecas de escritorio, supresión del uso de elementos plásticos tales como mezcladores o vasos, ahorro de energía y manejo adecuado del papel, todo fundamentado en que el bien común prima del particular, teniendo en cuenta por ejemplo, que el trabajo del personal a cargo del manejo de residuos, fue drásticamente reducido con la implementación de estas acciones.

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Bajo este contexto, el equipo generó una herramienta de identificación grupal, convirtiendo una actividad de compromiso o utopía individual, en una conciencia colectiva, una hábito incondicional y un aporte moral / contractual, que incentiva continuar sin que medien necesariamente reconocimientos o recompensas, pero si, con la sensación del deber cumplido; sin embargo ya en este punto, el estado de conciencia esta fuertemente ligado a los aspectos de convivencia y cumplimiento de metas; lograr entender el impacto negativo que genera una pieza desalineada sobre el engranaje del equipo y el proceso interno que lleva cada uno por una sana competencia de sobresalir, o simplemente no ser “aquel” por el cual el equipo no cumplió lo pactado como meta en un periodo, coadyuvan en un fin común, en una identificación de equipo y un resultado de satisfacción y cumplimiento frente al cliente.

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Por último, es necesario reconocer el trabajo del equipo, que a medida del tiempo identificó sus fortalezas y conocimientos adquiridos a través de las experiencias profesionales, empíricas, de vivencias y convivencias, así como del desarrollo de propuestas que nacieron como ideas básicas, pero que hoy en día y de manera ufana compartimos, con el fin que puedan ser adaptadas de manera integral, ya que no se requiere que medien normas, reglas o  directrices; simplemente entender, que cada acción ejecutada contribuye a un fin común, no importa que se inicie desde el ámbito individual, dado que, progresivamente impactará al grupal, al componente, al proyecto, a la empresa y sin fin de opciones adicionales, solo depende arraigar una idea básica inicial “la falla de uno es la oportunidad de mejorar para todos”.