UNA VENTANA A LO COMERCIAL: Compras públicas postpandemia
- Andrés Álvarez - Gerente Comercial

- 17 sept 2021
- 2 Min. de lectura
Una de las conclusiones primarias respecto a los efectos de la pandemia sobre la adquisición de bienes y servicios por parte del Estado es que las necesidades básicas y los programas públicos no tienen cuarentena. Revisadas las fuentes más importantes de oportunidades comerciales en materia de contratación pública (SECOP I y SECOP II) se evidencia que los procesos de selección de proyectos de infraestructura y tecnología, seguridad social y alimentación, lo mismo que los dirigidos a satisfacer los bienes necesarios para el funcionamiento del aparato estatal, fueron convocados con la regularidad de siempre, dando más credibilidad a la creencia popular de que el Estado es una empresa que nunca quiebra.
Ahora bien, pareciera que el verdadero impacto se produjo en el presupuesto y alcance de los proyectos convocados. En el caso de los contratos de consultoría, se introdujeron más obligaciones asociadas a la prevención y protocolos para los equipos de trabajo con el fin de evitar contagios, lo mismo que una serie de obligaciones forzosas para garantizar la correcta ejecución de los proyectos en lo que a bioseguridad respecta, sobre todo aquellos con actividades en campo y con abundantes desplazamientos. Por supuesto que estas nuevas condiciones exigieron de manera significativa a los contratistas, no solo por las nuevas obligaciones adquiridas, sino por los constantes ajustes a la estructura de costos a la que venían acostumbrados.
En conclusión, el comportamiento de las compras públicas en estos dos años de pandemia ha demostrado que los proyectos y las oportunidades provenientes de los clientes del sector público son estables en el tiempo, pero luego de la crisis sanitaria global, la ejecución de los contratos estatales, en sus componentes técnico, financiero y legal, nunca volverá a ser la misma.







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